lunes, 19 de enero de 2015

¿Qué hacer?

Publicado en la sección Silbando la Internacional de la edición impresa de Mundo Obrero, nº 280 perteneciente al mes de enero de 2015 http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4471

Antes de contestar a la pregunta es imprescindible conocer bien lo que pasa, saber por qué pasa y sacar una conclusión general sin perder de vista los detalles. Resumiendo: intervenir en cada cosa con alternativas concretas sin perder de vista la estrategia. Análisis global y actuación local, aunque sea repetir un tópico. El capitalismo, y sus consecuencias sobre la vida de las gentes, ya ha sido retratado en todos los momentos de la historia por filósofos, escritores, poetas, políticos, sindicalistas, que han hablado de la explotación, opresión, pobrezas y miseria que genera. Queda claro que el capitalismo se apodera en beneficio propio de las riquezas producidas por el trabajo humano y, además, crea las condiciones culturales para corromper el pensamiento de la mayoría social con un consumismo irracional y depredador al estilo de los “Black Friday”, para hacer creer que hace la felicidad y que fuera del mismo no hay sitio para otra cosa. Por ello no puede extrañarnos que actúe como ha actuado en Vietnam, en América Latina, en África, en Afganistán, en Yugoslavia, en Libia, en Siria o en Ucrania. No tiene absolutamente ningún escrúpulo en apoyar y hacerse socio de talibanes contra la URSS, de terroristas e integristas yihadistas en Libia y Siria, de nazi-fascistas en Ucrania, o de golpistas y terroristas en Venezuela. En su esencia no está la democracia, los derechos humanos y la satisfacción de las necesidades humanas para una vida digna para todos y todas, como reza su propaganda, sino el beneficio privado. La democracia y los derechos humanos son sólo el cascarón con que recubre sus fechorías económicas, sociales y bélicas en todos los países, en los empobrecidos por sus políticas, cuyas gentes emigran y mueren en el Mediterráneo porque en vez de planes educativos y sanitarios para su desarrollo económico y social, son saqueados, y en los más desarrollados económicamente porque se recortan drásticamente los derechos conquistados en duras luchas sociales a lo largo de la historia.

Y bien, hasta aquí la realidad dominante del capitalismo. Y, teniendo en cuenta que España forma parte de esta realidad, ¿qué hacer para cambiarla aquí y mejorar las condiciones de vida y de trabajo y contribuir a un cambio global que inicie la construcción de un sistema no capitalista, democrático y participativo? Aunque esté ya todo dicho vamos a reiterarlo: en España es más que posible un cambio social y político que, además de superar el actual régimen que el capitalismo español e internacional impuso después de la muerte de Franco, represente una nueva forma de construir una vida digna que dé seguridad a la gente y la haga más feliz. Si entonces no fue posible una ruptura democrática y un cambio tal como preconizaban el PCE, CCOO e importantes sectores de la intelectualidad, hoy es urgente hacerlo. Por la situación económica y social, por el recorte de derechos económicos, sociales y laborales, por el paro y la precariedad que afecta a millones de personas, mayores que no tienen perspectiva de trabajo y jóvenes que emigran para encontrarlo, por la continuación del enriquecimiento y de la corrupción de una minoría a costa de la mayoría, por la subordinación de España al neoliberalismo de la UE y EEUU, por la participación en guerras de saqueo y en aventuras que pueden conducirnos sin darnos cuenta, tal como pasó hace 100 años, a una guerra general. Es urgente, por tanto, que las exigencias para hacer frente a la situación de las clases trabajadoras y populares se concreten en propuestas en lo económico y social; en una reforma constitucional profunda, que haga imperativos los derechos e impida su incumplimiento (no comparto en absoluto hacer tabla rasa de la actual e incumplida Constitución, por ser quimérico, irreal e innecesario); y en definir el papel de España en el mundo en la defensa de una política económica y social de la que participen y se beneficien todos los pueblos, sobre la base de la solidaridad internacionalista y de la paz. Una política en la que no tienen lugar ni el “Acuerdo transatlántico para el Comercio y la Inversión” (TTIP en sus siglas en inglés), ni la OTAN. ¿Cómo conseguir avanzar?

Está todo escrito. Hay diversidad de luchas y movimientos sociales y políticos que deben unirse, coordinarse y fortalecerse para ser imparables. El único camino posible tiene una doble vertiente: reforzar en la calle, centros de trabajo, centros educativos y universidad la unidad en torno a objetivos colectivos concretos. Barrer de las instituciones al PP y a las políticas neoliberales y a quienes quieran continuarlas, y poner en marcha un programa político que sin estridencias ni demagogias populistas avance imparable hacia una satisfacción de las justas necesidades para una vida digna. Para ello se necesitan acuerdos políticos y electorales, coaliciones con la personalidad de cada cual, no nuevos predicadores ni agrupaciones electorales propagadas desde medios afines. Que las direcciones sindicales salgan de su marasmo y subordinación al poder y cumplan con la función por la que nacieron. Y también que en el PCE e IU todos los y las militantes que quieran continuar lealmente, sin abdicar de sus ideas y convicciones, lo hagan sin entregarse a otras siglas o tontear con ellas. Es cuestión de honestidad y coraje, no de oportunismo y arribismo.

FELICITACIÓN POR LA LIBERACIÓN DE LOS REHENES CUBANOS DE EEUU. Y LIBERTAD PARA MANNING. APOYO A ASSANGE Y SNOWDEN.

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