viernes, 31 de octubre de 2014

No a la guerra, no a la OTAN

Hay muchas cosas de las que hablar pero me centraré en una que las engloba todas, por encima, o por debajo, de debates repetitivos y recurrentes que no me interesan nada sobre el sexo de Podemos, de la unidad de la izquierda y de las encuestas. Los que forman parte de una organización democrática, si quieren ser realmente democráticos y leales a la misma, lo primero y fundamental que deben hacer es defender a su organización, a su política, y a los colectivos y personas que han sido elegidos para dirigirla. Todo lo anterior no excluye, sino que presupone, la crítica democrática a lo que no funciona, sea el programa, la línea política, el discurso concreto a la sociedad, o la actuación de órganos colectivos o personas. Ni excluye, sino que presupone, que para derrotar a las derechas y sus políticas y hacer avanzar un proyecto de cambio, se llegue a todos los acuerdos y pactos necesarios con los movimientos sociales y entre organizaciones políticas diferentes con solo acordar un programa o propuestas políticas comunes. Quede claro, que no defiendo determinadas “plataformas” que en la práctica funcionan como partidos, eso sí partidos-guía que dan lecciones sobre lo humano y lo divino, no teniendo en cuenta normalmente experiencias negativas pasadas, o adornando estas experiencias y convirtiéndolas en éxitos políticos históricos. Defiendo mantener y fortalecer la política de unidad y convergencia que ha caracterizado siempre al PCE y a IU, incluso a pesar de los altos y bajos y de las traiciones que esta política ha sufrido por parte de los que decían y debían defenderla. Dicho esto, paso al asunto central del artículo: la guerra y la paz, no por capricho ni por unilateralismo, sino porque creo que está en el centro de toda actividad de las organizaciones que se reclaman anticapitalistas y defensoras del socialismo y afecta de manera transversal todos los aspectos de la vida ya que la industria militar, el armamento, el belicismo y la guerra son aspectos fundamentales, hasta hoy inseparables, del sistema capitalista.

En La Fiesta ha habido, entre otros, un acto muy importante, por el contenido del mismo, por el número de asistentes y por la presentación de un importante manifiesto por la paz y contra la guerra en el cual se propone crear un movimiento activo contra la guerra global y permanente, con una sistemática información, denuncia y movilización coordinada a nivel mundial contra la violencia que el capitalismo en su fase imperial impone; se dice que el “reformismo”, tanto como la transformación social radical son imposibles sin la derrota del sistema bélico capitalista y consecuentemente se debe actuar contra la barbarie del caos global que producen las guerras (los representantes económicos y políticos del capital lo llaman “caos creativo”); en el manifiesto se destaca la escasa preocupación antibelicista y de defensa radical de la paz y el diálogo en los programas políticos y sindicales y en las elaboraciones intelectuales con el consiguiente individualismo irracional, pasivo y acomodaticio en la sociedad. Partiendo de las últimas “hazañas” belicistas y saqueadoras en Gaza, Ucrania, Libia, Iraq, Siria, Centro de África, despliegue militar contra China en el Pacífico, se plantea la urgencia de un gran movimiento internacional que desmonte el lenguaje belicista disfrazado de humanismo y de derechos humanos y potencie el lenguaje del verdadero humanismo internacionalista. Crear un gran frente activo contra la guerra movilizando a la intelectualidad, poniendo en marcha un observatorio universal de denuncia del crimen y un Tribunal Internacional simbólico para denunciar y juzgar a los inductores y ejecutores del mismo, sean gobiernos, empresas, políticos, o los medios de comunicación-propaganda que les dan cobertura. Resumiendo, o contra la barbarie del caos global y la guerra se levanta y activa el tiempo de los pueblos y se gana la paz para hacer la revolución, la transformación o el cambio social, o no hay futuro esperanzador para los pueblos. Y ya que hoy se habla tanto de memoria histórica en referencia a lo ocurrido durante la dictadura franquista, recordar y tener presente que el capitalismo siempre ha salido de sus grandes crisis y depresiones con las guerras generales. Que no vuelva a ocurrir.

El PCE y el movimiento comunista nacieron como tales después de la guerra devastadora de 1914-1918. Una de las principales razones para este nacimiento fue la lucha por la paz y contra la guerra, lucha traicionada por la internacional socialdemócrata en la que estaban organizados los comunistas. IU se creó después del referéndum de la OTAN, concretando el deseo de unidad y de lucha por la paz que se había gestado en las movilizaciones contra la permanencia de España en esa organización terrorista y fundamentando la decisión en los siete millones de votos que habían apoyado esta opción. Se perdió por poco pero ahí quedó el espíritu de paz reflejado con fuerza, por última vez hasta el momento, en las grandes manifestaciones de febrero y marzo de 2003 contra la guerra de Iraq que se estaba preparando. Debemos recoger lo mejor de nuestra historia por la paz y proyectarlo al futuro.

Y NO A LA GUERRA-NO A LA OTAN. LIBERTAD PARA LOS TRES CUBANOS REHENES DE OBAMA. Y PARA MANNING, ASSANGE Y SNOWDEN.

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