martes, 24 de mayo de 2011

SOBRE ELECCIONES: UNA PRIMERA OPINIÓN.

En Abril de 1931, unas elecciones municipales trajeron la IIª República Española.
Un pueblo asqueado con las clases dominantes y dirigentes, verdaderos parásitos sociales que sólo defendían sus privilegios, votó masivamente a los partidos republicanos y de izquierda, contra los partidos monárquicos y, objetivamente, contra la propia monarquía. Alfonso XIII cogió el primer tren y la chequera y se largó con la música a otra parte. Llegó la IIª República sin ningún tipo de violencia y con la alegría de la mayoría de la población. Posteriormente, los conservadores y el fascismo español y mundial ya se encargarían de liquidarla con un golpe militar que se convirtió en guerra civil de casi tres años, con el resultado trágico de centenares de miles de muertos, la destrucción material, el empobrecimiento de la mayoría y la represión durante casi 40 años. No se levantaron contra la existencia de una república, sino contra el hecho de que ésta pretendiese un cambio en la economía, en los derechos sociales y civiles, en la igualdad entre hombre y mujer, en la propiedad de la tierra, en la puesta en marcha y desarrollo de la salud y la educación públicas, en la laicidad del estado, en la defensa de la paz y contra la guerra, tal como rezaba el artículo 6 de la Constitución. Eso pasó en 1931, hace 80 años. Entonces los partidos republicanos y de izquierdas luchaban colectivamente, cada uno desde su línea política y programa, contra un régimen capitalista de carácter semi feudal, compuesto por terratenientes, caciques, banqueros y empresarios en la búsqueda permanente de beneficios egoístas privados, sin ninguna perspectiva de modernizar la economía y desarrollar una España más justa socialmente y menos reaccionaria politicamente. La iglesia oficial daba cobertura ideológica y moral a aquel régimen y la monarquía cerraba la cúpula. Se derrotó colectivamente a la monarquía de la pobreza, la corrupción y la ineptitud económica.
¿Qué realidad tenemos 80 años después, al abordar unas elecciones municipales y autonómicas? Hasta hace 3 años éramos los campeones mundiales del crecimiento económico. El gobierno se permitía una política clientelar de compra de votos con regalos que nada tenían que ver con la economía real (cheque bebé, en vez de guarderías públicas, por poner un solo ejemplo) y leyes como la de dependencia, tan necesaria y sin presupuesto, mientras en la línea del más rancio capitalismo se bajaban impuestos para los de arriba y se continuaban privatizando empresas y servicios básicos. El PP respondía "y yo más". El gobierno del PSOE, siguiendo la estela dejada por los del PP, fomentaba todas las burbujas, en especial la inmobiliaria y la financiera, vendiendo las burbujas como la economía del triunfo del mercado y de la iniciativa privada e incitando a la ambición y especulación popular con la compra y venta de pisos. Más o menos como el PP. Era el triunfo del capitalismo "popular", que significaba pura y llanamente que el capitalismo es el único sistema posible, defendido al alimón por PP y PSOE, acompañados de los comparsas nacionalistas y la complicidad de una parte muy grande de la población.
Y llegó el despertar en forma de pesadilla: 21% de paro, precarización del empleo y reducción de derechos laborales y sociales, de salarios y pensiones, por un lado, y ayudas a un sistema bancario y financiero, a costa de los recortes por abajo. Todo ello ha creado inseguridad y miedo, impotencia y rabia sorda, incapaces de expresarse colectivamente de forma contundente, en exigencia de otra política y contra las políticas neoliberales que han conducido a esa situación, en Occidente, en Europa y, especialmente, en España. El capitalismo, en su expresión más parasitaria, y dura, si excluimos el fascismo más violento, es una verdadera dictadura del capital, gobernada mayoritariamente por especuladores, ladrones y corruptos, que empobrece a amplios sectores mientras las minorías de siempre continúan acumulando. Y no sólo no se dan por enterados de las crisis económicas y sociales que producen, en especial la actual, tan dura, amplia y demoledora como la de 1930, sino que imponen sus políticas y programas más antisociales a todas las instituciones y gobiernos, con guerras cuando es necesario, como las de Irak, Afganistán y Libia. El gobierno del PSOE echa toda la culpa a la coyuntura internacional, sin que en ningún momento se le escape que es una crisis económica y un desastre social producidos por el capitalismo. El gobierno del PSOE, y Zapatero singularmente, obedecen todo lo que les mandan desde las instituciones económicas y políticas internacionales y lo aplican aqui con la fe del fanático converso, renunciando a cualquier resistencia democrática y levemente socialdemócrata.
La ciudadanía, que, en gran parte, ha pasado de ser trabajadora con una cierta conciencia de clase, a consumista que acepta incluso la corrupción masiva, ha votado contra el PSOE, porque éste no le garantiza lo que la propaganda le ha vendido hasta ayer, y a favor del PP, porque debe pensar que un PP, que se ha puesto el mono de obrero y hecho demagogia barata sobre reducciones de salarios y pensiones, le solucionará mejor sus problemas, por aquello de que el original, de derechas por supuesto, es mejor que la copia vergonzante del PSOE. El PSOE, que no cuestionaba el sistema capitalista, lo llaman democrático, ha empezado aceptando plenamente las medidas más extremas de éste y hasta su lenguaje. Cuando se hace el trabajo más sucio de la derecha económica y política, llega un momento que ésta, sin miramientos ni cortesía por el trabajo que le han hecho, dice: lárgate!
En este festival de la derecha, IU resiste en términos generales, aumenta sus votos y consolida su presencia en un amplio sector, gracias a un mensaje claro, pegado a los problemas de los trabajadores y trabajadoras, independiente y sin servidumbres. Hablaré más ampliamente de IU en próximos artículos. No voy a hablar hoy del populismo asexuado y oportunista de UPyD, ni de su ínclita dirigente, porque este artículo sólo pretende dar una primera impresión sobre las elecciones y enlazar éstas con un fenómeno, a mi parecer positivo, que se ha producido durante la campaña. Ha entrado sin llamar a la puerta la plataforma "Democracia real Ya", con una serie de manifestaciones y acampadas posteriores en muchas plazas, especialmente y como motor inicial, en la Puerta del Sol de Madrid. El PSOE la ha mirado con recelo, aunque algunos dirigentes han dicho que estaban de acuerdo con sus reivindicaciones; el PP, en el que algunos dirigentes, en pleno colocón o paranoia, la denunciaban por ser una creación del perverso Rubalcaba, arremeten contra la plataforma porque están contra todo lo que se mueve, salvo las multitudes meapilas, antiabortistas y manipuladoras del terrorismo. Los medios de comunicación-propaganda han tenido 3 posiciones: los progres, defensores también del sistema, han descubierto que éste tiene muchos defectos y que hasta puede ser malo; los conservadores exigiendo que les disuelvan; y los golpistas de la ultraderecha, echando gasolina al fuego y pidiendo casi el estado de excepción.
Finalmente, el PCE e IU se han mantenido donde han estado siempre, con los jovenes, con un 44% de paro, y los que no son tan jovenes, que denuncian una situación y a los principales responsables de ésta y esbozan propuestas y alternativas, algunas de las cuales pueden parecer ambiguas, primarias, utópicas, o que no se enfrentan al sistema causante de los problemas que padecen. El camino se demuestra andando, ahora se trata de apoyar, aportar, debatir e impulsar. Habrá tiempo de hacer balance y criticar o autocriticar. La derecha les descalifica por radicales izquierdistas y antisistema, aunque algunos de los portavoces afirman que no están contra el sistema, sino que el sistema está contra ellos. La derecha quiere echarlos a la hoguera. Yo hago una afirmación: soy antisistema. Estoy contra el capitalismo por injusto, empobrecedor y depredador; estoy por la democracia y contra el secuestro que de ella han hecho financieros, banqueros y grandes propietarios, sin pasar por las urnas; estoy contra sus guerras, contra sus robos, sueldos y beneficios egoístas, contra sus corrupciones y contra su cinismo. Estoy contra esto que llaman democracia y no lo es, como muy bien proclaman las plazas y carteles. Estoy por una democracia y una política que tengan a las personas en el centro de sus desvelos y actuaciones para hacer una sociedad más justa y, permítanme el optimismo, más feliz, con menos consumismo parasitario y más consumo y reparto de cosas necesarias, de cultura verdadera y de estímulo a la solidaridad y fraternidad.

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