miércoles, 24 de marzo de 2010

Grecia, un aperitivo del neoliberalismo

Silbando La Internacional
Publicado en el nº223 de Mundo Obrero de abril de 2010

En Grecia, y en todas partes, se vive en directo la crisis del capitalismo y sus graves consecuencias sociales. Detrás vienen otros países, que ya están en ella. Hablamos de países desarrollados económicamente ya que en los semidesarrollados o empobrecidos la situación es siempre más dramática. En una afirmación voluntarista, me atrevo a decir que acabó la quimera neoliberal, que no puede realizar nada de lo que dijo que haría en beneficio de los pueblos. ¿Sabe todo el mundo que se acabó la quimera? ¿Llegamos a un sector significativo aquí y en cada país?

Parecía que los más responsables de esa quimera: los EEUU y la Unión Europea, tomarían nota del desastre económico y social que han producido y rectificarían, pero no es así. Vuelven con programas más neoliberales, más antisociales, más liquidacionistas de las conquistas y con más grosería.

Utilizan la crisis para reducir y, en algunas cuestiones, anular la propia democracia representativa y la política. El panorama está claro. Nos hemos acercado bastante a la realidad con nuestros análisis y con las propuestas para impulsar soluciones a los problemas desde la izquierda pero hasta ahora han caído en el vacío.

Debemos preguntarnos el por qué. En mi opinión, la izquierda sindical y política ha aceptado progresivamente una filosofía neoliberal. Y no se puede actuar colectivamente desde la izquierda sino se es plenamente consciente de la realidad y si no se actúa con convicción para defender las propuestas alternativas. Si tenemos complejos sobre nuestra propia política se anula la acción.

La izquierda sindical y política debe actuar sobre una base común. La Comisión Europea, el Banco Central Europeo, los grupos financieros y económicos actúan y mandan. Ellos lo planifican todo, en las vacas gordas y en las flacas, ya que para las élites y clases dominantes, siempre son vacas gordas ya que nunca pierden sus privilegios. Si ellos lo planifican todo, es el momento de defender e impulsar nuestro concepto de planificación democrático, sin complejos. Si avanzamos en la explicación convenceremos a mucha más gente de lo que creemos, en un momento de gran desorientación e inseguridad.

Planificar sobre las necesidades básicas de la gente y sobre otro tipo de desarrollo que el que quieren mantener los causantes de todas las crisis, es algo elemental para utilizar todas las posibilidades de solucionar los problemas. En Grecia se comprueba la expresión más dura del capitalismo, en su vertiente neoliberal actual, es decir, sin reglas ni controles. Primero lanzan a los países y a los pueblos a un consumismo enfermizo, dejando a zonas del mundo y en el interior de cada país en la miseria y en la pobreza. Luego, cuando el país entra en situación de incompetencia, quiebra o endeudamiento altísimo, castigan al pecador. Ahora Grecia, mañana España o Portugal, o Italia, o Alemania… Los países, es decir los trabajadores y las trabajadoras salvan a la banca y a las finanzas con sus impuestos y su trabajo y cuando las finanzas y la banca tienen que echar una mano, escurren el bulto y hacen pagar a las mismas víctimas de siempre. Los pueblos salvan a las finanzas y a la banca, las finanzas y la banca van contra los pueblos.

Las víctimas son siempre las mismas; los que se benefician del trabajo de la sociedad, los que acumulan, se pagan bien y continúan sus fechorías económicas y financieras, también son los mismos.

No ha muerto la lucha de clases. Esto solo lo dicen los ricos y sus mercenarios en los parlamentos y medios de comunicación.

Una de las cosas que debe quedar clara es que los que han prostituido la economía a su favor hasta llevarla a la crisis permanente se nos presentan ahora como salvadores. Los pirómanos vuelven de bomberos, los ladrones quieren continuar saqueando a los honrados.

Es el momento en que los comunistas y la izquierda debemos señalar caminos. La gente en Grecia, y aquí, acepta mayoritariamente las decisiones de los gobiernos, por duras que éstas sean para ella, cuando no hay alternativas claras, viables, posibles y defendidas con inteligencia y coraje por la izquierda. Esta deformación, o alienación popular, es producida por el temor al vacío o a la bancarrota que se anuncia por la derecha y sus políticas, por la inseguridad y por la falta de ejemplaridad pública de instituciones y organizaciones. Paradójicamente, aceptan lo que beneficia a los ricos -salvar bancos y financieras- y se autoinmolan en sus condiciones de vida.

No hay más que dos caminos: O defender una alternativa, con una serie de propuestas, a través de una fuerte ofensiva social; o aceptar las políticas antisociales y los flecos que quieran darnos.

Debemos defender una serie de propuestas concretas en el marco de una estrategia a medio y largo plazo con líneas radicales de cambio.

1. Lucha por el pleno empleo, con derechos laborales y sociales universales, es decir, para todos, en el conjunto de la UE. Subsidio de paro. Reparto del trabajo.

2. Servicios sociales básicos, reforzando y ampliando su carácter público, frente a la progresiva privatización de servicios.

3. Sector empresarial público en los sectores más básicos para la sociedad (Agua, energía, vivienda…), banca pública. Mientras, legislación para un control democrático de la banca privada. En España, el Banco de España y en la UE el Banco Central Europeo deben estar al servicio de una política social y democrática, no al servicio de los beneficios del capital.

4. Planificación democrática de la economía, en el marco de la cual se impulsará un nuevo modelo productivo y de servicios, ecológico y social.

5. Todas estas medidas concretas y la estrategia democrática consiguiente deben enmarcarse en una política internacional de democracia real, de paz y de unidad y solidaridad internacionalista.

Debemos retornar a lo clásico, que es más actual que nunca si queremos avanzar soluciones a los problemas de la gente. El tipo de Europa que se está construyendo, al dictado de la Comisión, el BCE y los Grupos económicos y financieros, articulados en torno al Tratado de Lisboa, es un fracaso. Es necesario refundar la Unión Europea bajo el imperativo de los pueblos.

Es una tarea larga pero imprescindible. En España, esta tarea no pasa por pactos con el gobierno, asados en consensos con la derecha, sino por crear pacientemente una conciencia de cambio que conecte con las aspiraciones y necesidades de la sociedad trabajadora.

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